Raquel Levenson o el poder de las palabras


por Damián Nabot.

Oradora y dirigente comunista de la localidad de Avellaneda, voluntaria en la Guerra Civil Española, integrante de la resistencia al ejército alemán en Moscú durante la Segunda Guerra Mundial, Raquel Levenson nació el 15 de febrero de 1915. Fue hija del herrero Bernardo Levenson y de Esther Marcus, su infancia transcurre en el seno de una modesta familia de inmigrantes judeo-polacos junto a sus siete hermanos. 

Aún muy joven, hacia 1928 su familia se instala en la ciudad de Córdoba en busca de mejores condiciones laborales. Raquel, impulsada por su hermano mayor Gregorio Levenson, ingresa a la Federación Juvenil Comunista (FJC). Tras el golpe militar de 1930, ambos hermanos reparten clandestinamente volantes a los obreros de la Fábrica de Aviones de Córdoba, con la voluntad de ganar a la clase trabajadora para la revolución. Comienza estudios en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNC.

En los años ´30, las necesidades laborales la empujan otra vez a Buenos Aires, donde se emplea en la zapatería Oscaria, en el partido bonaerense de Avellaneda, en el que se destaca como organizadora y oradora de la FJC. El responsable juvenil del Partido Comunista en la zona sur es en ese momento Juan José Real. Bajo la dirección de Real, los hermanos Raquel y Gregorio fundan a mediados de los años 30 el Centro de Estudiantes Universitarios de Avellaneda, donde se suma enseguida al grupo una joven recién llegada de La Plata, Lola Rabinovich, que huye de la persecución política extendida en torno a la universidad. En los mítines organizados por el trío, Raquel es la encargada de las arengas: subida en un cajón de madera do los trabajadores del frigorífico o el taller que visitan abandonan la planta, 1a joven lanza impetuosa sus proclamas a favor de la unión proletaria y la lucha contra el capital.

Los lazos entre pensamiento y militancia llevan a Lola, Gregorio y Raquel a visitar la naciente Biblioteca de Estudios para Después del Trabajo, inaugurada en el barrio Villa Porvenir de Avellaneda. Libros de Gogol y Zola, cursos de corte y confección, conferencias de intelectuales como José Peco, un constitucionalista radica], o como Rodolfo Araóz Alfaro del “socialismo obrero”, muestran el fermento que la búsqueda del nuevo mundo cultiva en la cultura. Gregorio se casa con Lola Rabinovich en 1936 y poco después Raquel anuncia su noviazgo con Real y la decisión de ambos de partir hacia España para participar de la resistencia de la República, La pareja zarpa para España en abril de 1937. Ella se desempeña como propagandista y organizadora en la Dirección Nacional de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), resultado de la fusión de las juventudes del PSOE y del PCE, cuyo secretario general es et joven Santiago Carrillo, Real, a su vez, se integra en Brigadas Internacionales bajo las órdenes de Fernando Ponte Claudín. Los sinsabores de la derrota acompañan el distanciamiento que Raquel y Real atravesaron en España. Con el tiempo sus vidas toman caminos diferentes. Ella alterna sus estadías en Madrid con visitas a los combatientes de los pueblos de los alrededores. Real se mantiene junto a Clandin en las tareas de supervisión de la prensa. Los últimos años están ensombrecidos por las consecuencias de las purgas internas llevadas a cabo por el PC.

En enero de 1939 los republicanos deben abandonar Barcelona. La rendición provoca la huida de cientos de las filas del Ejército y rumores de catástrofe. Raquel escapa a través de Valencia con un embarazó muy avanzado, huyendo en un barco de bandera inglesa hacia la costa de la Argelia francesa, donde es confinada en uno de los campos de concentración montados por la Legión Extranjera. Gracias a su condición de dirigente comunista, la rescata un barco soviético que la conduce a Odessa. Se instala con su hijo Alberto en Moscú, donde es incorporada a la Escuela Internacional de Marxismo-Leninismo que dirige George Dimitrov.

Durante Segunda Guerra Mundial es trasladada a orillas del Volga para desempeñarse como instructora político-militar del Ejército Rojo. En el contexto de la heroica resistencia de Moscú al ejército nazi, participa de las tareas civiles que permiten la organización de la ciudad y la subsistencia de su pueblo durante el acecho alemán.

Regresa a la Argentina en octubre de 1947, pero su extraordinaria trayectoria militante —como oradora en las barriadas obreras de Avellaneda, en la España de la Guerra civil, en la resistencia al nazismo en la URSS— no impulsa a la dirección partidaria a promoverla, sino más bien a otorgarle roles subalternos. En primer lugar, se incorpora al Secretariado Nacional de la FJC. Para entonces, su hermano Gregorio es expulsado del PC argentino por su acercamiento al peronismo de modo que la dirección partidaria le ordena cortar todo vínculo con él, disposición que la dirigente cumple taxativamente.

Durante los años del peronismo es una de las propulsoras de la Unión Patriótica de la Juventud (UJPA) y la organización de estudiantes secundarios (FESBA). En 1952 integra la Comisión Nacional de Educación partidaria y luego es designada Responsable de educación para la provincia de Buenos Aires. Durante los años 60 activa en el Comité partidario de La Matanza, provincia de Buenos Aires, del que es Secretaria política. Trabaja entonces en la Coordinadora Interfabril de Comisiones Internas Metalúrgicas de esa localidad. Y su tarea consiste en organizar la actividad gremial en las fábricas y servir como eje de conducción y comunicación entre cada uno de los delegados.

En el territorio bonaerense, participa en la organización de las huelgas fabriles contra la dictadura militar del Gral. Juan Carlos Onganía, que en el coro de múltiples protestas y revueltas, como el Cordobazo y otros estallidos provinciales, marcan el fin del “Onganiato”. En julio de 1967 regresa a la URSS, desde donde publica trabajos elogiosos sobre las condiciones económicas de las repúblicas soviéticas en los periódicos partidarios argentinos, como Nuestra Palabra y Frente Unido. Regresa al poco tiempo para continuar su tarea en La Matanza, con la sensación de regresar del futuro.

El nacimiento de los setenta se muestra promisorio para el pensamiento de la izquierda. La dictadura militar se hunde en su debilidad y las agrupaciones políticas se agitan ansiosas ante la inminencia de los cambios. Para Raquel, sin embargo, el tiempo de la política concluye. Poco después de iniciada la década, la dirigente comunista es internada en el Instituto Médico de Haedo, en el oeste del Gran Buenos Aíres. Un cáncer gravísimo, sin aviso, despierta en su garganta. Los médicos desechan cualquier esperanza.

La mujer que había interpelado a los trabajadores de los frigoríficos parada sobre un cajón de manzanas, que había hecho de la oratoria su principal arma, que había demostrado que podía encender el fuego libertario a la par de los hombres, o aún mejor; Raquel, la hija del herrero, la protagonista de la Guerra Civil Española, la sobreviviente de Stalingrado, recibía a la muerte en su garganta, en su voz: un destino insolente, desdibujado, o tal vez lo contrario, una despedida anticipadora, un augurio del ahoga - miento del viejo sueño revolucionario que traían los tiempos. Muere el 3 de septiembre de 1971 a la edad de 56 años.

 

(Artículo publicado por Damian Nabot en: AA.VV, Diccionario biográfico de la izquierda argentina, Buenos Aires, Emecé, 2007, pp. 366-367)


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