¿Qué fueron los “Informes Zhdanov”?
por Mario Goloboff.
Probablemente, el más
valioso antecedente de los famosos Informes o Doctrina Zhdánov fue el muy
publicitado y oficial Congreso de Escritores Soviéticos del año 1934, donde se
decidió la línea estético política y sus derivaciones, que tuvieron vigencia en
la Unión Soviética y casi todos los países socialistas hasta pasados los ’70.
Si bien en dicho Congreso se enfrentaron diplomática y caballerescamente las
ideas de Máximo Gorki y sus seguidores con las oficiales, se impuso,
previstamente, la comandada ya por Andréi Zhdánov, y fueron violentamente
acallados líderes de la vieja guardia y partidarios, todavía, de un arte nuevo,
como Nikólai Bujarin (principal ideólogo de la Nueva Política Económica –NEP–)
y Karl Radek (periodista y político, apoyo inicial de Trotsky), apartados y
caídos en desgracia poco después. Ese primer Congreso proclamó el realismo
socialista como ideología dominante en el arte y la literatura, según los
rasgos fundamentales delineados antes en reuniones en el departamento de Gorki,
a las que visitó Iósif Stalin, encuentros cuyo trágico final fue revelado mucho
después por Nikita Kruschev en el XX Congreso del PCUS. La historia oficial
dijo por esos años que “El Congreso proclamó la unión de la literatura y la
vida, así como el deber de los escritores de apoyar la lucha del pueblo
soviético por el socialismo”. En realidad, lo que decidió fue consolidar una
política cultural, neutralizar toda oposición, y afirmar la línea del realismo
y la autoridad del Partido en la materia.
Los
Informes fueron varias intervenciones, un “corpus”. Miembro del Comité Central
desde 1930, consuegro de Stalin, secretario del partido en Leningrado de 1934 a
1944, elegido miembro del Buró Político del PCUS en 1939, y desde 1944
secretario del CC del PCUS, Andréi Zhdánov marcó a fuego la línea. Su discurso
en aquel Primer Congreso se considera el acta de fundación de una estética:
consagra el realismo socialista (término acuñado por Gorki) como método
fundamental del arte soviético, lo define en general, proclama la superioridad
de la literatura soviética por ser propia de una sociedad avanzada y, como
contrapartida, condena en bloque la literatura burguesa contemporánea por
decadente. El Estatuto del Sindicato, desde entonces prescribe: “El realismo
socialista es el método fundamental de la literatura y de la crítica literaria
soviéticas. Exige del artista una representación veraz, históricamente
concreta, de la realidad en su desarrollo revolucionario. Además, debe
contribuir a la transformación ideológica y a la educación de los trabajadores
según el espíritu del socialismo”.
Durante
los años 46-48, Zhdánov produce varios informes sobre cuestiones ideológicas,
entre ellos uno ante la asamblea de escritores de Leningrado y otro ante un
grupo de compositores soviéticos en Moscú. De ahí derivan las resoluciones del
CC del PCUS, acerca de las revistas literarias Zviezdá (La estrella) y Leningrad, y sobre la ópera La gran
amistad, de Vano Muradeli. Hay también dos resoluciones: “Acerca de los
repertorios de los teatros dramáticos y de las medidas para su mejora”, del 26
de agosto de 1946, y “Acerca de la película La gran vida”, del 4 de septiembre
de 1946. La primera resolución condena la participación que Zviezdá brinda a
Mijail Zóschenko, narrador, dramaturgo, guionista y traductor, quien en sus
cuentos se burla del régimen, y a la poeta Anna Ajmátova “representante típica
de la poesía huera, sin orientación, ajena a nuestro pueblo”. Y entre otras
normas establece “Nuestras revistas, sean científicas o artísticas, no pueden
ser apolíticas /.../ La fuerza de la literatura soviética, la más progresista
del mundo, deriva del hecho de que en ella no hay ni puede haber otros
intereses que los del pueblo, que los del Estado”.
El
zhdanovismo condujo una campaña contra el "cosmopolitismo" y contra
la emulación de modelos extranjeros, mientras que se enfatizaron los logros
rusos y soviéticos. Un decreto posterior sobre la música fue emitido el 20 de
febrero de 1948, y marcó el comienzo de la llamada "campaña
antiformalista", contra el arte hecho sólo por el interés artístico y carente
de un propósito social o político. En lo que respecta principalmente al trabajo
de Vano Muradeli, el decreto impulsó una campaña de críticas y persecución a
varios de los compositores soviéticos más importantes, como Dmitry Šostakovič,
Serguéj Prokofiev, Aram Jachaturian y Dmitry Klebanov, por sospecha de
composición de música "hermética" y abuso de la disonancia. El
decreto fue seguido en abril por un congreso especial de la Unión de
compositores, en el que muchos de los atacados se vieron obligados a arrepentir
públicamente. Serían rehabilitados formalmente por un decreto emitido el 28 de
mayo de 1958.
El
año culminante de toda esta política fue 1967 (50º aniversario de la
Revolución), con la celebración del Cuarto Congreso de Escritores Soviéticos,
pasados ya algunos años del Informe Kruschev (febrero de 1956). Afuera, el
poeta Alexandr Tvardovski, director de Novy
Mir (Nuevo mundo), la revista
literaria mensual más conocida y autorizada, que por esos años llegó a tirar
140.000 ejemplares (y que publicó en 1962 Un
día en la vida de Iván Denísovich, de Aleksandr Solzhenitsyn), haciendo los
debidos equilibrios, defendía, todavía, la línea oficial.
En
un coloquio organizado por L’Espresso,
en Roma, decía Tvardovsky, preguntado por la actualidad del Formalismo en la URSS:
“No me parece que en Rusia la influencia del Formalismo sea particularmente
viva y determinante. Nello Aiello (redactor de L’Espresso): ¿Ni siquiera entre los literatos más jóvenes? AT: No
puedo negar que hay una cierta resonancia en torno al nombre de Shklovski.
Probablemente Shklovski les sirve más a Uds. que lo admiran y se lo apropian,
que a nosotros. Él no es un escritor capaz de presentar al lector un mundo
desconocido /.../ Es sólo un hombre inteligente, un observador, un analista de
la literatura. Escribe libros exclusivamente con la ayuda de otros libros, la
realidad no le es necesaria, ha nacido viejo”. Preguntado por la cuestión más
política: “En Italia, y en general en todo Occidente, Novy Mir es sinónimo de una revista anticonformista, que muchas
veces golpea contra el poder político. Y por este motivo atraviesa o puede
atravesar momentos de dificultad. Esta imagen que nosotros tenemos de su
revista ¿es exacta? ¿Existen estas dificultades? ¿En qué consisten estos
contrastes?” AT: “Debo desilusionarlos. En forma muy lacónica puedo decirles:
no crean al que les habla de un espíritu de oposición de parte de nuestra
revista. Es una declaración que les podrá bastar porque sale directamente de la
boca del director, el cual es un comunista no sólo exteriormente, sino en toda
la complejidad de su alma y para todo lo contenido en su trabajo literario.
Nosotros sustentamos en literatura la línea de nuestro partido. Las expresiones
ideológicas y estéticas de la revista son una muestra especial de esta línea”.
(Artículo
publicado en Página/12, Buenos Aires,
21/2/2022)
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