Apuntes breves sobre el stalinismo


 

Es lugar común en el debate contemporáneo, identificar grotesca y groseramente la corriente stalinista que dirigió el Estado soviético y al movimiento comunista, con el conjunto de las experiencias de transición socialista y al comunismo como cultura política en general.

Las posiciones hegemónicas sobre el stalinismo configuran un complejo entramado en el que se cruzan desde el más reaccionario anticomunismo hasta el oportunismo ideologista de no poca izquierda y, sobre todo, una tremenda ignorancia histórica, se asocian aspectos contradictorios pero no excluyentes de la experiencia soviética.

Como expresara Palmiro Togliatti, no es posible atribuir mecánicamente y de forma ahistórica a Stalin “todos los errores”, del mismo modo esquemático que anteriormente se le asignaban “todos los aciertos”.

El stalinismo fue un fenómeno desarrollado por las condiciones de derrota política del movimiento comunista europeo para expandir la revolución soviética, combinado con el enorme atraso cultural y económico, así como con la destrucción de la URSS tras la guerra civil y la carencia de cuadros político-técnicos (aptos para reemplazar la enorme masa de dirigentes muertos) en la gestión de un país de extensiones gigantescas.

Asimismo, la perdurabilidad de una medida “transitoria” como el sistema de partido único (establecido por los bolcheviques hasta terminar la guerra civil), la muerte de Lenin y las limitaciones de la oposición al liderazgo stalinista, fueron algunas de las condiciones de posibilidad para el afianzamiento de la dirigencia encabezada por Stalin.

Se trató del cierre de un ciclo (entre 1925 y 1935) y del inicio de otro completamente diferente al propuesto por los bolcheviques[1]. La elite dirigente liderada por Stalin remodeló el Estado y la burocracia que lo administraba, transformando bajo métodos policiales y autoritarios todo el proceso de transición iniciado en 1917.

Tenemos que caracterizar al stalinismo como una transformación extensa y profunda de la sociedad soviética. Se trata de un proceso donde fue creada una elite intelectual, científica, económica y militar nueva, reclutada de las clases subalternas de la sociedad soviética y educada en las instituciones comunistas. El stalinismo fue, en palabras de Enzo Traverso, una “revolución desde arriba”: una mezcla paradójica de modernización y conservadurismo social. En este encuadre se deben entender las ejecuciones que descabezaron el Estado, el partido y el ejército entre la década del 30 y los años 50. Una amalgama extraordinaria de conquistas monumentales y crímenes bestiales. Fue un fenómeno histórico concreto, no algo ineluctable propio del comunismo.

Aún bajo estas condiciones, la dialéctica de la construcción socialista y no pocos éxitos y enormes transformaciones, hicieron del liderazgo de Stalin un elemento significativo de cohesión e identidad colectiva del pueblo soviético frente a la barbarie nazi y la complicidad activa del “occidente democrático” con la misma.



[1] Moshé Lewin, “La Revolución de Octubre de 1917 y la Historia, en: Le monde diplomatique, Edición Cono Sur, Número 101, Buenos Aires, Noviembre 2007.

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